Pues cada beso nos unía más y nos decía que estábamos destinados a estar juntos, y cada caricia, cada leve rose de nuestros dedos, cada respiro, el aliento que nos atrae, abría cada vez más el trecho mágico de nuestras vidas.
Pues juntos no hay nada…
Que cada vez que nos uníamos dejábamos de divagar, pues solos ya no estábamos, no nos importaba el pasado ni arrepentirnos de él, pues ese camino sinuoso nos llevo tarde o temprano el uno con el otro.
Pues la luna nos observa…
La luna desea que amanezca, pues le corroe la envidia de ver un lazo tan perfecto, de ver como las estrellas iluminan cada instante para darle ese toque especial y único a esta escena, a este beso, a esta noche que con lágrimas nos unió.
Tantas promesas…
Sólo recuerda que el cariño no es algo que se olvide, y que si vivimos juntos esta noche, será la primera de muchas. No quiero conocer el final de esta vida si no es contigo, contemplarla juntos en la eternidad, ver como la simpatía nos acompaña mutuamente hasta el final del camino, de manera incondicional.
Pues era predestinado...
Esto que sentimos jamás nació, nunca morirá y no vino de nadie más, estuvo esperando, dentro de nosotros, para unirnos tarde o temprano en la vera del camino, después de que los dos viéramos tantas caras, que nos fueron tan indiferentes a nuestra soledad, que nos mintieron durante tanto tiempo.
Bajo esta luz…
Sentados el uno al lado del otro, podemos ver el camino, lo difícil que ha sido y lo duro que será, pero de lo grandioso e iluminado que estará para los dos, pues estas estrellas que hoy nos miran, nos seguirán viendo, juntos, tomados de la mano, luchando contra el ardiente odio y la indiferencia, contra las heridas del pasado y contra la desgracia de la rutina.
Durante esta noche. Por esta vida.
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