jueves, 28 de octubre de 2010

Sobre Dark Soulless y las agujas.

Bienvenidos sean todos ustedes, amigos míos lectores, ¿cómo les va este hermoso sea lo que sea que estén viviendo?

Yo les vengo a contar dos historias sobre casi el mismo tema, con desenlaces similares y eso sí, lo mejor de todo es que el protagonista es el mismo joven, o sea, yo, y con un invitado especial en la segunda historia, dígase, mi padre.

La primera historia, nos remonta al día Martes 18 de Octubre, en la tarde, en la escuela, me doy cuenta de que me enfermé de gripe, otra vez, y eso me pone molesto, le pido ayuda a mi padre para que me dejen salir de la escuela e ir a buscar un doctor y eso hizo, llamó a dirección, de dirección me llamaron y me preguntaron que qué tenía, les dije que estaba enfermo y me dieron permiso de salir.

Después de estar en la farmacia esperando por la doctora durante 45 molestos minutos, ya, llegó la señorita, me atendió y al finalizar la consulta me dio a escoger: pastillas o inyecciones.

Ante el dilema que toda persona siempre se encuentra, me dije a mi mismo "Bueno, inyecciones, y yo me las pongo", a lo que le dije "Inyecciones por favor" sin pensarlo dos veces....

Cuando me di cuenta de lo que había hecho (y después de que todos me gritaran "Estás demente" y el clásico "No vas a poder") no sabía realmente como me iba a inyectar, así que San Google, me dio una mano en la búsqueda del conocimiento.

Una vez leído como debía de ser la situación, me preparé psicológicamente y, me dispuse a ejecutarme.

La pensé, diablos, como no se imaginan, estuve dándole vueltas al asunto más de una hora y cuando me decidí, me puse con el espejo a espaldas y me traté de inyectar por primera vez en mi vida.

El primer día lo hice en el glúteo, intenté no quedar paralitico como muchos me habían dicho que quedaría, por lo que a espaldas del espejo y con la cama en la habitación contigua, lancé la jeringa con fuerza hacia mi... y fallé, la aguja entró, pero no lo suficiente, así que tras unos segundos de presionar para que entrara, no, nada más no, la méndiga se quedó a fuera y tuve que sacarla, volver a apuntar y esta vez, meterla con más fuerza.

Hijo de su madre.

Me dolió, empujé más fuerte para que entrara bien y luego, empecé a meter el líquido.

Cuando terminé, estaba totalmente mareado, y me caí, luego, me arrastré hacia mi cama y me puse en ella, le avisé a un par de personas a las que les había comentado lo que estaba por hacer que seguía vivo y luego me quedé estático.

Así pasaron unos minutos y cuando dejé la mareada, me puse en forma y ya... sólo me quedaba el dolor en el glúteo.

Al día siguiente, vi a mi mamá unos cinco minutos afuera de mi escuela, habían pasado ya varias semanas sin verla, y estuvimos platicando un rato, a lo que me comentó que debería intentar inyectarme en la pierna, que dolía un poco más, pero que no había problemas de riesgos tan extremos como perder la capacidad de caminar, entonces, después de unos apapachos, me fui.

Estando en mi casa, a las cinco y algo, pasaron unos eventos que quedaron grabados para la historia y, que aquí les presento.



Como ven, me estaba cagando preparando mentalmente para poder realizar tal hazaña a la luz de las cámaras.

Hay dos frases que entre la gente quedarán siempre en su memoria el, "Ponemos más alcohol por si las dudas" y el "Sobamos frenéticamente", siempre que hacemos alusión al video me comentan que les dio mucha risa tales cuestiones.

Bueno, después de este, vinieron dos días más de esta divertida y algo dolorosa actividad, pero, Leonardo no conforme con el haberse inyectado a si mismo, le dio por perforarse a sí mismo sin ningún conocimiento sobre el tema.

Una llamada a San Google que está en las puertas de la Santa Internet, estaba listo para hacerlo.

Tomé el catéter, lo desinfecté, tomé el arete que había comprado ese día y lo desinfecté de igual manera, cuando entonces, busco una manera de hacer que mi oreja no sienta.

Busco en la cocina cualquier cosa que me ayude y sin embargo, no hay nada que esté propiamente hecho con ese fin, al o que después de unos minutos de razonar, decido usar la escarcha que se junta en la parte de arriba del congelador y con eso estuve congelándome la oreja para dejar de sentir.

Bien, pues me perforé, me intenté meter el arete.

Me seguí intentando meter el arete... lo volví a hacer, me empezaba a doler la oreja pues regresaba a su temperatura, me seguía intentando meter el arete, me seguía doliendo y seguía sin poder.

Total, dejé de intentarlo, limpié toda la sangre que había y luego me puse a pensar en qué haría.

Esperé a mi padre y en el entre, me volví a a travesar con el catéter, pues lo había sacado cuando intenté ponerme el arte y ahora tenía que reabrir el hoyito.

Bien, pues, saqué el catéter por que me aburrió tenerlo ahí, sólo lo dejé hasta que se me ocurrió tomarme una foto con el:



Y, terminada mi fotografía, me lo quité y esta vez, jo... me dolió bastante.

Llegado mi padre y terminada la resolución de un problema referente a nuestra perrita, le pedí ayuda, le di una serie de instrucciones, como lavarse las manos, tomar el arete con unas pinzas de una tapa con alcohol y luego le pedí que metiera el arete mientras yo trataba de abrirle paso.

Bien, esto no sirvió, a lo que entonces mi padre me dijo que el se sentaba y yo ponía la cabeza arriba de una de sus piernas mirando hacia abajo, hecho esto, el intentó meter el arete y me dijo "Te va a doler, pero ya que estamos aquí..." y entonces sentí como rasgaba la piel el desgraciado arete y sin embargo, entró.

Ya feliz con mi arete y mi padre con náuseas, nos retiramos cada quien a su habitación.




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